Cita extranjería > Trámites > Conseguir cita de extranjería: misión imposible
Conseguir una cita de extranjería en España se ha convertido para muchos en una misión casi imposible: tras meses de esperas, errores en el sistema o páginas saturadas, cientos de miles de personas se encuentran con barreras para acceder a trámites básicos. Desde renovar permisos de residencia y obtener tomas de huellas hasta gestionar autorizaciones de trabajo, muchos denuncian que el acceso al sistema de reservas es prácticamente imposible.
El sistema oficial de cita previa depende de la Sede Electrónica de Administraciones Públicas para los trámites de residencia y extranjería. Aun así, con frecuencia la plataforma arroja el mensaje “no hay citas disponibles” o directamente impide avanzar en el proceso. Muchos usuarios coinciden en que incluso en provincias con menor población, las citas desaparecen en cuestión de minutos. La demanda es tal que muchos han pasado noches enteras entrando y saliendo del portal intentando capturar una cita en cuanto se liberan nuevos turnos.
Uno de los factores más críticos es el uso de bots y sistemas automáticos que bloquean o acaparan las citas en las primeras decenas de segundos. Plataformas especializadas y medios como Parainmigrantes.info explican que estos mecanismos tecnológicos impiden que el usuario promedio acceda a los turnos disponibles y alimentan un fenómeno de saturación permanente.
A ese obstáculo técnico se suma un mercado ilegal emergente: citas que deberían ser gratuitas pasan a venderse en redes sociales, grupos de mensajería o incluso plataformas de anuncios. Libertad Digital reporta que algunas citas llegan a comercializarse por entre 50 y 1.000 euros, dependiendo de la provincia y del tipo de trámite. En muchos casos, las víctimas pagan y descubren luego que la cita no existe o ha sido cancelada. En Ibiza, la Policía detuvo un grupo dedicado precisamente a manipular el sistema de citas mediante bots y ofrecer turnos falsos a cambio de dinero.
Las comisarías, por su parte, también sufren las consecuencias de este colapso digital. En Madrid, en la comisaría de Aluche, decenas de personas hacen cola esperando horas bajo el sol para cumplir con trámites de huellas o renovación del TIE. Un reportaje de elDiario describía que una mujer guatemalteca esperó una hora y media sólo para ver si podía avanzar. Tras la pandemia esa acumulación de trámites presenciales se multiplicó, dejando pendientes miles de documentos físicos de identidad que no pueden recogerse hasta la cita presencial.
La escasez de citas ya ha sido objeto de críticas políticas. En noviembre de 2024, ERC presentó una iniciativa en el Congreso para exigir al Gobierno que aborde la saturación del sistema de cita previa en trámites de extranjería, SEPE y comisarías. En su propuesta, advierten que es “prácticamente imposible” obtener una cita de extranjería y llaman a reservar plazas automáticas, reforzar personal y garantizar el acceso digital a todos los usuarios. Aunque hay discursos públicos al respecto, las quejas persisten sin solución clara.
Para quienes intentan concretar trámites, el mensaje parece claro: salvo que un turno se libere milagrosamente, la única vía es la persistencia. Muchos combinan diferentes dispositivos, borran cookies, cambian de red o navegan con IPs distintas. Otros optan por monitorizar webs y redes sociales en busca de avisos de citas recién publicadas. Algunos afectados han acudido físicamente a oficinas para explicar casos urgentes, pero muchas instalaciones no atienden sin cita previa.
Mientras tanto, las autoridades se encuentran atrapadas entre reconocer el problema y proponer soluciones. El Ministerio del Interior y la Secretaría de Estado de Migraciones han anunciado mejoras tecnológicas, cambios en la asignación y mayor control sobre el uso de bots, pero esas promesas aún no se han traducido en alivio real para los usuarios. En un contexto en el que conseguir una cita de extranjería en Madrid puede tardar semanas, meses o incluso años, el acceso a un servicio básico termina dependiendo del azar, la paciencia o el bolsillo de quienes están en la fila.
La paradoja es evidente: procedimientos que deberían garantizar derechos fundamentales se convierten en retos logísticos y digitales. Hasta que no se implementen reformas profundas —un sistema de asignación más equitativo, supervisión contra bots y una oferta de citas acorde a la demanda real—, muchas personas extranjeras seguirán atrapadas en una espera interminable para hacer lo que por ley deberían poder gestionar con facilidad.
Cita extranjería